Entre conciencia y coindicencia

Perdona por no ser igual que dos millones de personas, perdona por no tener el pelo liso, y unos rizos perfectos. Perdona por no tener los ojos de un color bonito, y una piel perfecta. Perdona por no saber sonreír sin enseñar todos los dientes, perdona por sonrojarme, perdona por mirarte a los ojos, perdona por no ser especialmente alta, ni guapa, ni con buen tipo. Siento no ser igual que el resto. Perdona no tener la sonrisa especial, los dientes perfectos, y el alma a pruebas de bala. Perdona por no ser la perfección. 

Soy de las que la paga con quien no debe cuando tiene un mal día. De las que pierde mil veces las cosas y se deja las llaves dentro de casa. De las que no oye el móvil, y esas cosas. Que rebusca en su bolso para encontrar algo, y si no lo encuentra saca todas las cosas. De las que se estresa con un hola y a veces es demasiado fuerte, y otras demasiado débil. Que a veces odia su pelo, y demasiados rizos. Que le gustaría viajar, e irse a otro sitio, pero si saliera de aquí no podría vivir que extrañaría todo. Que no me queda bien lo que a todo el mundo le queda bien, que a veces grito, y otras veces lloro. Que mis excusas son estúpidas y me dan miedo los sitios cerrados. Que soy incapaz de andar demasiado recta, y de ser tan perfeccionista como para estar impecable los siete días de la semana. Que desearía que mis días tuvieran 25 horas. Soy cabezota a morir. A veces me pueden los primeros impulsos y los cabreos. No me gustan los balancines. Puedo autocontrolarme, pero no abuses de ello porque no soy débil. Si la vida son dos días pasa la noche conmigo...