Siempre animándonos a ser valientes, poniendo el miedo como algo malo que hay que evitar. Tachándote de cobarde y otros mil apelativos si no te lanzas sin temor. Que el que no arriesga no gana, pero tampoco pierde, ¿hasta que punto merece la pena arriesgar? Y siempre estamos con lo mismo..
Que decirlo es muy bonito, evitar el qué habria pasado si..y si no..
Porque tú no sabes lo que es tener miedo, que te tiemblen las rodillas cada minuto, que ese nudo del estómago no se vaya nunca, vivir en tensión, porque tú no sabes lo que es tener miedo, preocupación día a día, dudar de dónde vienes, no estar segura de dónde estás y no tener ni idea de a dónde te diriges. Tener miedo de lo que vendrá después, no saber a ciencia cierta si después de la tormenta vendrá calma cuando sólo ves tormenta y más tormenta. Miedo de en un minuto perderlo todo, todo lo que en miles de millones de minutos no se puede recuperar.
Llámame miedica, yo digo que correr riesgos es de estúpidos, pero asumir las consecuencias de valientes, he ahí.
Ahora soy una valiente estúpida.
Que el miedo es normal, hasta sano a veces, que las cosas importantes dan miedo, nos dan miedo los demás y hasta nosotros mismos.
Sólo necesito que cuando empiece ese temblor tú estés muy cerca para notarlo conmigo y sujetarme, que cuando tenga miedo me digas esas palabras que me convencen de que sí, de que he hecho lo correcto, que cuando se me caiga todo encima y me empiece a hundir me saques a flote, que cuando te grite me calles con un beso, apoyo y no presión.
Quiero estar segura de hacerlo todo bien, que se notan las consecuencias de las cosas que no hacemos, pero se suelen notar más las de las que sí.
No es quisquillosismo ni perfeccionismo, ni siquiera tengo reparo en fallar, todos cometemos errores, dicen que de los errores se aprende, pero prefiero aprender de lo que hago bien.
No sé todavía lo que quiero, ni tampoco lo que soy, pero sé de sobra lo que no, y eso a veces es más que suficiente, y esta vez, lo es.
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