Camina por la calle y el sol hace que sus lágrimas parezcan pequeños diamantes en sus ojos. Se siente perdida aunque conoce perfectamente el camino.
El camino que vuelve desde la desesperación, pero esta vez no trae esperanza.
Supone que fue tonta al darle otra oportunidad, siguiendo a delante, sin mirar atrás. Puede que así sea, puede que no; pero lo que está claro es que era demasiado bueno para ser cierto.
Llega al portal, lo abre, todo con sumo cuidado, como si le faltasen las fuerzas. Ya no aguanta más; menos mal que no hay nadie en casa.
Se tira en el sofá por que no llega a la cama y llora. Llora como si no pudiera hacer otra cosa, llora sola, llora sin ningún consuelo, tan solo llora.
Porque ya no hay salida, ya no hay vuelta atrás. Ahora solo quedan lagrimas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario