Entre conciencia y coindicencia

    Se aferra el corazón a lo perdido

Se aferra el corazón a lo perdido, las sensaciones te inundan hasta nublar tu mente, todo está acabado y tú te tumbas junto a él deseando poder sentir su aliento una vez más. Y entonces sucede, inspira y vuelve a soltar el aire y te das cuenta de que todo se reduce a eso, a su vida, a ser posible junto a la tuya, aunque eso es un detalle sin importancia. Y allí está él, respirando como si fuese algo sin importancia, sin reparar en ninguno de los suaves movimientos que tus labios hacen pronunciando claramente las palabras: te quiero. Y entonces lloras, lloras como si no hubiese más, deseas que él te abrace aunque sabes que no es posible, deseas sentirte libre por una vez, libre de besarle hasta la saciedad. Tu vida se deshace entre un mar de lágrimas y nadie parece darse cuenta. Entonces él despierta de ese extraño sueño, corre hacia ti, te abraza te besa el pelo mientras susurra: No podía evitar quererte y sigo sin poder evitarlo. Lo siento de verdad, perdona por no luchar por tí. Cada día despierto y te tengo en mis sueños, en cada pensamiento, en cada lugar y Dios sabe que hasta el peor de los amores es amor, y el nuestro no tiene barrera que no pueda derribarse. Todo nos detiene, todos se aferran a nosotros tratando de detenernos pero aún no se han dado cuenta de que no puedes detener algo que no comprendes, y esto es algo tan incomprensible que ni yo mismo lo entiendo aún. Pero si de algo estoy seguro es de que te quiero y eso no va a cambiar, no va a cambiar jamás.


                                                                                   Inspiración ;)